El prestigioso historiador Manuel Fernández Álvarez nos habla sobre la mesta en su libro "Isabel de Castilla": «La Mesta. El Honrado Concejo de la Mesta de los Pastores de Castilla reunía el mayor conjunto de ganado lanar trashumante. Su existencia se remonta al siglo XIII y se halla en relación tanto con la enorme extensión que adquiere Castilla con los avances de la Reconquista logrados en aquel siglo, en que se alcanza la vega del Guadalquivir, como con la tranquilidad que empieza ya a ser una realidad para las tierras al sur del Sistema Central, hasta entonces amenazadas por las incursiones musulmanas. Al correr de los siglos, la Mesta consigue unos pasos para sus ganados, que por miles y miles de cabezas se trasladan de las montañas más húmedas a las llanuras más soleadas, según la época del año, y eso a lo largo de cientos de kilómetros. Entre las montañas de León y las tierras extremeñas, entre las montañas del Guadarrama y la zona de la Mancha, se producen así unos amplios desplazamientos de cientos de miles de cabezas de ganado, dirigidas por sus pastores y sus perros guardianes y protegidas por un sistema judicial peculiar, a cargo de los llamados alcaldes entregadores, por sus propios caminos o cañadas. Tales cañadas, con sus ramificaciones, presuponen ya un país en el que el espacio es inmenso y en donde las zonas desérticas son abundantes. Una estructura de este tipo no podía darse en ningún otro país de la Europa occidental. En su momento de mayor esplendor, la Mesta sobrepasa los dos millones y medio de cabezas. Por otra parte, ese ganado había conseguido un ejemplar de raza depuradísima, cuya lana no tenía igual en toda Europa: la oveja merina. Así se comprende que la Mesta se convirtiese en la potencia económica mayor de la Corona de Castilla, prestamista de los reyes y amparada por ellos. Con frecuencia sus intereses rozan con los pueblos colindantes por donde atravesaban las cañadas, lo cual da motivo a constantes conflictos que pasan a la jurisdicción de los alcaldes entregadores de la Mesta, con resultados casi siempre favorables a los pastores; una vez más, los campesinos eran los sacrificados. Al frente de toda esa curiosa estructura judicial estaba el alcalde entregador mayor, categoría vinculada en los últimos bajomedievos a la familia nobiliaria de los condes de Buendía; pero los Reyes Católicos, reconociendo así la importancia de la institución, la subordinaron al Consejo Real.» (1)
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Hembras pastando. Imagen de la ASOCIACIÓN NACIONAL DE CRIADORES DE GANADO MERINO. www.mapa.gob.es. |
Como ya vimos en un trabajo anterior (2), Daganzo es atravesado de norte a sur por uno de los dos ramales, el más occidental, de la cañada Real Galiana, Riojana o de Las Merinas. Esta cañada nace al sur de la Rioja y recorre las provincias de Soria, Guadalajara, Madrid, Toledo y Ciudad Real, donde se junta con la cañada Real Soriana Occidental que continúa camino hacia Córdoba y Sevilla.
Daganzo es uno de los pocos pueblos de la Comunidad de Madrid que conserva su cañada íntegramente, aunque su trayectoria fue cambiada ligeramente al realizarse la Concentración Parcelaria a mediados del siglo XX (3).
El portazgo, como el montazgo, era un impuesto "aduanero" de paso que tenían derecho a establecer algunos señores, villas o incluso el mismo rey por el tránsito de los ganados por determinados lugares.
El portazgo de Daganzo ya empieza a aparecer en algunos textos del siglo XIV: «En Castilla documentamos un buen número de portazgos antiguos; gracias a las Cortes de Madrid de 1329 sabemos que se habían ubicado portazgos ilegales en Dueñas, Villasana, Roa, Lerma, Mohernando, Villena, Valencia y Bercianos. Portazgos legales se llevaban en Pie de Concha, Escamilla, Puebla de Arganzón y Valles de Ruesga y Soba, además de los mercados y ferias de Sasamón, Riaza, Burgo de Osma, San Esteban de Gormaz y Cuéllar. En las tierras castellanas volvemos a encontrar los portazgos ya conocidos: Guadalajara, Medinaceli, Peñafora, Mohernando, Molina, Daganzo, Madrid, Corral de Almaguer, El Toboso, Puebla de don Fadrique, Moya, Talavera, Guadarrama, Jarandilla, Tornavacas, barca del Tiétar, Alcaraz y Balazote.» (4)
Desde la constitución de la villa de Guadalajara después de la Reconquista hasta 1395, el oficio de Alguacil Mayor correspondía a un hijodalgo casado, otorgándose el cargo según la mayor antigüedad del matrimonio. El que ostentaba este puesto tenía derecho a disponer de un ayudante y el disfrute del paso de ganado por Pioz y Daganzo.
En 1469 Enrique IV otorga un privilegio por el que confirma y ratifica la donación de la villa de Daganzo, sus alcabalas y martiniegas, demás pechos y derechos, calumnias y escribanías a don Lorenzo Suárez de Figueroa, primer Conde de Coruña, para su casa y mayorazgo.
En 1480 existe otro privilegio de los Reyes Católicos confirmando a don Lorenzo Suárez de Figueroa, en la merced que se le hizo de la villa de Daganzo y haciéndole merced de los pastos de ganados que pasaren por su término y por el puente de Viveros, sobre el Jarama, «con sus quintos e medios quintos, e su diezmo de cinco cabezas, una, así por dicho puente como por dicho término, e que por cada quinto e medio quinto os paguen el paso e portazgo de 400 mrs. e ocho por cada cabeza de pezuña hendida».
En 1750 una Real Cédula de Fernando VI confirma a don Martín Manuel de Castejón, Conde de Coruña XVI, en la posesión del portazgo de los ganados que van y vienen de Extremadura por el término de Daganzo y puente de Viveros declarando libre de incorporación este derecho y quedando autorizada esta Casa para seguir cobrando 36 rs. por cada rebaño de 1.000 cabezas, 12 maravedís de herbaje y seis por la cédula que se les daba para la vuelta.
1. Álvarez, Manuel Fernández . Isabel la Católica (pp. 498-499). Grupo Planeta.
2. https://sociedadgeograficadaganzo.blogspot.com/2022/11/la-canada-real-galiana.html
3. https://sociedadgeograficadaganzo.blogspot.com/2024/01/la-concentracion-parcelaria-en-daganzo.html
4. Los portazgos en León y Castilla durante la Edad Media. Política real y circuitos comerciales. Pedro A. Porras Arboledas.
Mariano Fernández
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