LA AVUTARDA por Mariano Fernández

 La avutarda (Otis tarda) es una de las joyas más importantes de nuestro entorno. Junto con el cóndor andino, es el ave más pesada del mundo capaz de levantar el vuelo. Es decir, cualquier ave más pesada que ella, es incapaz de volar. Los machos pueden llegar hasta los 15 kg, contrastando en tamaño fuertemente con las hembras que pueden alcanzar a duras penas los 5 kg. Despega dando una corta carrera que la ayuda a levantarse torpemente en el aire pero, una vez en él, se defiende con bastante maestría hasta donde su enorme inercia se lo permite.


Macho de avutarda en Daganzo



Sus reducidas poblaciones sobreviven en  los cultivos extensivos de cereal. Su alimentación esta basada en invertebrados y vegetales, teniendo predilección por las leguminosas. Como curiosidad, recientemente se ha descubierto que utilizan algunos invertebrados como eméticos. Uno de ellos es el cada vez más escaso aceitero (Berberomeloe majalis) , que ingieren ocasionalmente para purgarse. 

Nuestra comarca es una de las zonas más importantes para su conservación. Es la zona más importante de Madrid en número de ejemplares, que a su vez solamente es superada a nivel nacional por Castilla y León y Extremadura.

La proporción entre sexos es de aproximadamente de 1 macho por cada dos hembras, siendo estas últimas más gregarias y más fieles a su territorio. Los machos suelen desplazarse, sobre todo en verano, a otras zonas de la comarca, e incluso de la península. Por poner un ejemplo se ha visto algún macho marcado en nuestra zona pasando el verano en la laguna de Gallocanta, en Teruel. 


Hembra de avutarda en Daganzo

 

Durante el apareamiento, los machos se distribuyen en unas zonas concretas y habituales para exhibirse denominadas lek, a donde acuden las hembras al encuentro. Lo hace volviendo su plumaje del revés y haciendo una especie de bola, como una palomita, que permite ver sus partes blancas y llamar la atención desde muy lejos. A su vez, hinchan la base del cuello y muestran el tamaño de sus bigotes erectos hacia el cielo, símbolo de jerarquía entre los machos.


Macho de avutarda haciendo la rueda. Daganzo.


Tras el apareamiento, la hembra pone entre dos y tres huevos en alguna depresión del terreno de un campo de cultivo. Solo un número muy reducido de ellas, en torno a un 15%,  consigue sacar adelante a sus crías.

En los últimos años se llevó a cabo un proyecto de marcaje y seguimiento de avutardas financiado principalmente  por la empresa concesionaria de la R-2 como medida compensatoria por los perjuicios medioambientales del trazado de la carretera sobre la ZEPA 139. A algunos ejemplares de avutarda se les colocaba un emisor de radio con un período de vida de unos 5 años y unas marcas alares que permitían su identificación visual. En este proyecto liderado por Juan Carlos Alonso con la inestimable ayuda de Carlos Palacín e Iván Salgado, entre otros, tuve la ocasión de contribuir modestamente con la aportación de reseñas de avistamientos y algunas fotografías.


Avutarda con marca alar y emisor en el término de Alcalá de Henares

Mariano Fernández

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