EL DECLIVE DE LAS AVES ESTEPARIAS EN DAGANZO por Mariano Fernández

 Recientemente he leído un impactante artículo publicado por el último Anuario Ornitológico de Madrid y firmado por dos personas a las que tengo el placer y el privilegio de conocer desde hace años, Carlos Palacín y Juan Carlos Alonso del Grupo de Investigación en Ecología y Conservación de Aves del Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC.

El artículo se titula "Aumenta el riesgo de extinción de las aves esteparias de la Comunidad de Madrid" y ocupa las páginas 120 a 131 del mencionado anuario que puede descargarse en el siguiente enlace: 

Anuario Ornitológico de Madrid 2021

Como el título indica se muestran los datos de un estudio que ratifica el descenso de población de las aves que viven en las zonas principalmente agrícolas de nuestra Comunidad.

En dicho artículo se muestra el estudio de la variación de las poblaciones de siete especies emblemáticas de nuestras campiñas como son el aguilucho cenizo (Circus pygargus), aguilucho pálido, (Circus cyaneus) avutarda euroasiática (Otis tarda), carraca europea (Coracias garrulus), cernícalo primilla (Falco naumanni), ganga ortega (Pterocles orientalis) y sisón común (Tetrax tetrax); todas ellas en claro declive.  

Grupo de machos de avutarda disfrutando tranquilamente del sol matinal en Daganzo. Mariano Fernández.

Los autores hacen hincapié en la necesidad de actualizar el Catálogo Regional de Especies Amenazadas de la Comunidad de Madrid cuya última revisión se hizo hace treinta años, con el consecuente desfase entre los datos del mismo y la situación actual.

Hoy en día, de las siete especies estudiadas, cuatro se encuentran «En Peligro» y el aguilucho pálido, la carraca y la ganga se hallan «En Peligro Crítico», por lo que ambos grupos se encuentran en riesgo de extinción elevado y extremadamente alto respectivamente.


Palacín y Alonso 2022 // Anuario Ornitológico de Madrid 2021


Palacín y Alonso 2022 // Anuario Ornitológico de Madrid 2021

Los autores nos hablan de que específicamente en nuestra zona ZEPA está prácticamente desaparecido el aguilucho pálido como reproductor, que se censaron solamente unos 48 indivíduos de ganga a pesar de que es una de las dos zonas marginales de la Comunidad donde aún existen, y que el sisón tuvo una tasa de crecimiento anual de -7,5% en el período 2000-2013.. Los datos no son muy alentadores.

En el caso de la carraca, se hace referencia a un trabajo de otro gran científico y profesional, Iván Salgado, Museo Nacional de Ciencias Naturales-CSIC, con el que mantengo un frecuente contacto. Se trata de "Estado de conservación de la carraca europea (Coracias garrulus) enla Comunidad de Madrid: En peligro de extinción." Publicado en el Anuario Ornitológico de Madrid 2015-2017, páginas 96 a 108, que puedes descargar en el siguiente enlace:

Anuario Ornitológico de Madrid 2015-2017

En este estudio, en el que tuve el honor de colaborar modestamente con algunos datos y fotografías, además de describir minuciosamente la cada vez menor presencia de la especie en la Comunidad de Madrid,se constata la práctica desaparición de esta preciosa ave en nuestro valle del Torote, donde se habían instalado buen número de cajas anideras para intentar evitarlo.


Salgado 2018 // Anuario Ornitológico de Madrid 2015-2017

 Las causas de esta catástrofe poblacional según los autores de ambos artículos son la intensificación agrícola,  la paulatina desaparición del ganado, los procesos de degradación de zonas rurales por el aumento de la urbanización y construcción de infraestructuras, crecimiento demográfico y molestias humanas.

En mi modesta opinión como agricultor y conocedor de la campiña creo que en el caso de la intensificación de la agricultura esta se ha producido por la cada vez mas escasa rentabilidad de las explotaciones, que están al borde del colapso y en muchos casos de la desaparición.

Las constantes subidas de las materias primas y la maquinaria necesaria para la realización de las labores no se ven acompañadas por las oscilaciones en el precio del producto obtenido, siendo necesario para compensarlo el aumento de la extensión cultivable y la reducción del descanso entre cultivos. En cuanto a la rotación de estos, en la mayoría de los casos, no es una práctica rentable por la falta de idoneidad de la zona para determinados cultivos.


Macho de sisón común en un barbecho en Daganzo. Mariano Fernández

La paradoja es que la agricultura es necesaria para la mayoría de estas aves. Si bien es cierto que es más beneficiosa alternando los cultivos con los barbechos (parcelas en descanso) y el ganado, tal y como se desarrollaba anteriormente, pero ya hemos visto que este esquema no se puede sostener económicamente. La Administración tiene que ser consciente de esto y comprender que el mantenimiento de la biodiversidad no puede salir exclusivamente del bolsillo de los agricultores.

En cuanto al aumento de la demografía y la presión humana resultante, en nuestra zona es más que evidente. Aquí la responsabilidad es de todos nosotros, que debemos disfrutar del campo y la naturaleza consecuentemente si queremos evitar que termine desapareciendo.

El abandonar los caminos paseando campo a través, los perros sueltos, el tránsito indiscriminado de motos y todoterrenos de recreo para pasear por las vías pecuarias, etc. causan molestias a las aves de las que muchas veces no somos conscientes.

Nidos que se pisan sin querer o se espanta al que los incuba con el consecuente abandono. Bandos de avutarda constantemente levantando el vuelo muy esforzadamente, asustadas simplemente por no saber que están ahí o por el auge de fotógrafos imprudentes e inexpertos. Son algunos de los ejemplos que cada vez son más frecuentes. Antes la población era reducida pero ahora tenemos que asimilar que ya somos más de 10.000 almas. Imaginemos a todos transitando a su libre albedrío.

Las infraestructuras no ayudan. Hay una relación directa entre el aumento de población y el aumento de infraestructuras. Hay que ser consciente que hay que tener un equilibrio entre infraestructuras y campo. El aumento de las comodidades, en parte innecesarias, no implica una mayor calidad de vida rural.

Aquí la paradoja se produce con el aumento del número de plantas de energías limpias y renovables, que ocupan cientos de hectáreas para proteger el medio ambiente, a cambio de expulsar a las aves de su territorio natural.

Es complicado, pero el cariz que esta tomando nuestro entorno no es halagüeño. La paz y la tranquilidad del campo se pierde poco a poco, la estepa cerealista desaparece y sus aves con ella. Nos estamos desruralizando para convertirnos gradualmente en una especie de urbanitas low cost. Rara avis. 

Mariano Fernández.

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