LA FAMILIA FERNÁNDEZ Y DAGANZO (Una historia en común de más de 350 años) por Mariano Fernández

 Hablamos del siglo XVII, de la última parte del periodo conocido como el Siglo de Oro español. Son aquellos tiempos de Cervantes, Lope de Vega, Góngora, Quevedo, Calderón de la Barca,  Murillo, Velázquez y tantos otros genios que asombraron al mundo tras la Conquista de América o la Batalla de Lepanto. También son los tiempos de Julián Fernández, un modesto labrador que por entonces ya habitaba con sus cinco hijos nuestra querida villa de Daganzo.


Niños comiendo uvas y melón, óleo de Bartolomé Esteban Murillo (c. 1650). Alte Pinakothek. Munich.

Entonces nuestro Daganzo era muy distinto al de ahora. Los niños del pueblo no serían muy diferentes de los que retrató magistralmente el pincel de Murillo. Hacía poco que Daganzuelo empezó a llamarse Daganzo de Abajo y a nosotros no nos quedó otra que ser los de Arriba. La iglesia no era como la que conocemos, era más pequeña, de una sola nave, con un solo campanario, raída y con cubierta descuidada, rodeada de sepulturas. El antiguo edificio se imagina similar al actual de la de Ribatejada.


Iglesia de San Pedro Apóstol en Ribatejada. De Dirección General de Turismo. Consejería de Economía e Innovación Tecnológica. Comunidad de Madrid.

Al norte del pueblo existía un monte de encina que proporcionaba algo de leña con la que encender los hogares; y pastos para el ganado. También había varios prados cercanos al arroyo del monte, tanto en su parte norte como en la Vega y que hoy en día están prácticamente desaparecidos. Además de cereal, teníamos viñas, olivos, huertas; también había bodegas bajo las casas para conservar los productos que se obtenían de estos. Las incontables ovejas llenaban el pueblo de sonidos de cencerros, de polvo y cagarrutas por la mañana y al atardecer mientras competían por un palmo de espacio en el pilón de la fuente. Las parejas de mulas y los labradores que las guiaban enfilaban los estrechos y polvorientos caminos que llevaban a los terrenos de labor. La luz de las dos escasas calles que atravesaban el pueblo de norte a sur y de sur a norte la encendía temprano el sol y a duras penas se mantenía en la oscura noche por la luna.

En estos entonces bucólicos parajes de Castilla, probablemente, la familia Fernández era una de las familias más antiguas, si no la más, de las que hoy en día persisten en Daganzo. Una familia que, aunque esencialmente vivió de la agricultura, arte que todavía algunos practicamos, a lo largo de los siglos también dio a luz a ingenieros, arquitectos, físicos, abogados, informáticos, químicos, veterinarios, profesores, presbíteros, diputados e incluso a algún ministro.

Por mentar algunos descendientes de aquel Julián Fernández, Pedro Fernández Gasco fue uno de los agricultores más importantes del municipio en su época y alojó en su casa al aeronauta Lunardi cuando lo de la hazaña del globo. También Francisco, hijo de Pedro, que fue diputado de las Cortes de Cádiz, ministro de la Gobernación durante el Trienio Liberal y que dejó sus huesos exiliados y lejos de los seres queridos en una sencilla tumba de una isla británica del Canal de la Mancha. Saturio Fernández Vargas fue diputado en Madrid en 1872 y otros familiares rellenaron parte de la lista de alcaldes y concejales de Daganzo. También hubo componentes del clero. Al menos Felipe Fernández Benito y Francisco Fernández Ramada ejercieron de presbíteros en Daganzo durante los siglos XVIII y XIX respectivamente.


Acta de diputado de Saturio Fernández Vargas en 1872


Federico Fernández Ahijón, una persona influyente en la sociedad de la comarca a finales del siglo XIX y principios del XX, fue administrador en la zona de varias casas nobiliarias incluyendo la de Alba. Saturio Fernández Godín, perito agrícola, fue codirector de las excavaciones arqueológicas en la necrópolis visigoda que se descubrió junto a Daganzo. Su hija, Dolores Fernández Marzol, funcionaria del ayuntamiento de Madrid, donó al pueblo el parque María Marzol para el disfrute de todos los daganceños. José María Fernández Marzol, hijo y hermano de estos, fue uno de los pioneros en España en el estudio de la energía nuclear, escribiendo varios tratados sobre la nueva tecnología cuyos efectos le costaron la vida siendo muy joven. José Antonio Fernández Álvarez, ingeniero naval del estado,  participó en la gestación y diseño del recientemente estrenado y super novedoso submarino de la Armada S-80 y fue miembro de los gabinetes de varios ministros incluyendo el de la Presidencia. Podríamos seguir hablando largo y tendido de estos y de otros personajes que ya nos han dejado, y que anónimos o no, un lustro tras otro han ido conformando la identidad y la peculiar idiosincrasia seria y austera característica de la familia







Durante el siglo XIX, la familia Fernández, junto a los Ahijón y los Godín, fueron parte de los principales compradores en la zona de bienes de "manos muertas" puestos a la venta por el Estado procedentes de las distintas desamortizaciones liberales de la época, principalmente las de Mendizabal y Madoz,   incrementando con ellos su patrimonio.


Pagaré de la adquisición de bienes de propios en Daganzo de Abajo puestos a la venta por la Ley Madoz de 1855



Durante la Guerra Civil, la familia Fernández se vio trágicamente afectada junto a otros vecinos del pueblo. Los cuatro hermanos Fernández Godín fueron algunos de los protagonistas involuntarios de la contienda en Daganzo, siendo Saturio y Federico detenidos en su casa  y encarcelados  por el delito de "desafección a la República", del que luego serían absueltos. No tuvieron la misma suerte Enrique y Manuel que formaron parte de una segunda saca y fueron asesinados en una cuneta.

Tras numerosas horas de trabajo he ido confeccionado un árbol genealógico de la familia en Daganzo que, hasta ahora, abarca un periodo de más de 350 años a través de 13 generaciones vinculadas ininterrumpidamente a nuestro pueblo. En él se puede ver la tendencia de la familia a formar núcleos familiares numerosos que paliaron la influencia de la mortalidad infantil de la época, la clara diferenciación que se produjo entre dos ramas que optaron por juntar al Fernández el apellido materno para no perderlo como fueron los Fernández-Gasco y los Fernández-Benito, división que no se produjo en el plano afectivo manteniendo una fuerte estima entre ellas y que derivó más tarde en una nueva fusión de las mismas. También en el siglo XIX se ven claramente los numerosos vínculos familiares que se establecieron con las familias Ahijón, Godín y Vargas.

Es la primera versión, que aún está incompleta y que poco a poco espero ampliar y mejorar. Constituye la radiografía de la historia de una gran familia que a la vez es la historia de un pueblo con sus penas y alegrías, sus grandezas y sus miserias; sonrisas y lágrimas; historia escrita con polvo y sudor e incluso con sangre. Es también la historia de todos los daganceños, de los más antiguos y de los recién llegados. Es, al fin y al cabo, parte de la historia de Daganzo, es parte de nuestra identidad.

Actualizado 06/05/2024. Se recomienda descargar para ver en alta resolución

Dedicado a toda la familia Fernández, de la que me siento orgulloso. Espero que el esfuerzo haya merecido la pena.

Mariano Fernández

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