AGUILUCHO LAGUNERO por Mariano Fernández

 El aguilucho lagunero (Circus aeruginosus) es el más común de los aguiluchos de nuestra zona además de ser residente en ella, pudiéndosele ver durante todo el año. Las otras dos especies de aguilucho que nos acompañan son el aguilucho cenizo (Circus pygargus) y el aguilucho pálido (Circus cyaneus). El primero es una especie estival que viene a criar en verano y el segundo actualmente es en mayor medida invernante, aunque hace algún tiempo era residente.


Hembra. Daganzo. Mariano Fernández.

Es una rapaz de tamaño medio, algo mas corpulenta y con más envergadura que los otros dos aguiluchos. También es más voraz, capturando con frecuencia conejos y medias liebres, especies algo más grandes que las que cazan ellos, además de los anfibios, reptiles, ratas de agua, aves y peces moribundos que encuentra en la charca.


Hembra. Daganzo. Mariano Fernández.

El aguilucho lagunero tiene un notable dimorfismo sexual, siendo la hembra más oscura y con menos tonos en general que el macho, exceptuando unas manchas color crema en la cabeza, pecho y hombros. Sin embargo, estudios recientes afirman que los machos, a veces, pueden adquirir el color del plumaje de la hembra para que los dejen tranquilos los otros machos que podrían disputarles el territorio. La verdad que no sé si estarán más tranquilos con un plumaje o con el otro 😊.


Macho. De Artur Mikołajewski - Trabajo propio, CC BY 2.5, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=2191618

Suelen criar muy cerca de lagunas y arroyos, entre la espesa vegetación palustre. La puesta habitual oscila entre 2 y 6 huevos en primavera y tardan poco más de un mes en incubarse, el mismo periodo que tardan en abandonar el nido.


Hembra. Daganzo. Mariano Fernández.

Casi todas las fotografías de este artículo son de la misma hembra que durante unos años acudía a comer los despojos que le fui proporcionando junto a un escondite que construí en una parcela agrícola para hacer las fotografías. Para ello había que disponer de permiso fotográfico expedido por la Comunidad de Madrid, aunque más tarde se prohibió expresamente atraer a las aves con comida, por lo que abandoné esta actividad. Varios amigos biólogos del Museo de Ciencias Naturales (CSIC) opinaban que esta práctica bien realizada no les causaba ningún perjuicio a las aves e incluso me acompañaban en algunas jornadas fotográficas, pero ya sabemos que siempre es más fácil prohibir que legislar.


Hembra. Daganzo. Mariano Fernández.

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