LAS ABEJAS. Por Pedro Pérez Gómez

Cuando vemos abejas lo primero que nos viene a la cabeza es “picotazo” o “miel”.


Pero las abejas son mucho más que eso.


Los productos de las abejas más conocidos son: la miel, el polen, el propóleo y la jalea real. Cada uno con sus aplicaciones y sus propiedades científicamente demostradas.


Últimamente, con motivo de su alarmante desaparición, también se está oyendo hablar mucho de la importancia de la polinización. 


Casi el 90 por ciento de las plantas con flores dependen de la polinización para reproducirse; así mismo, el 75 por ciento de los cultivos alimentarios del mundo dependen en cierta medida de la polinización y el 35 por ciento de las plantaciones agrícolas mundiales. Los polinizadores no sólo contribuyen directamente a la seguridad alimentaria, sino que además son indispensables para conservar la biodiversidad.





Y un elevado porcentaje de esa polinización la realizan las abejas, ya que por razones de eficacia recogen miel y polen de la misma planta hasta que no quedan más. 


El néctar con el que producen la miel está a diferente distancia en cada flor. Por ello, si van a la misma, no tienen que estar cambiando cada vez la longitud de la extracción con su lengua. Algo que no hacen los demás polinizadores.


Pero hay aún más productos de las abejas no tan conocidos.


El veneno de abeja, utilizado en Apiterapia en muchos procesos dolorosos e inflamatorios. 


El pan de abeja, que es el polen de la flor mezclado con miel y fermentado dentro de los panales.


La cera, utilizada antiguamente para hacer velas y también pomadas o para proteger la madera de muebles, suelos o puertas.


El aire de la colmena, respirado mediante un filtro para que no entren abejas y utilizado en problemas de respiración como el asma.


Las larvas de zángano, normalmente desechadas por el apicultor y que se pueden utilizar liofilizadas, reducidas a polvo, para problemas de estómago o para dar vigor y energía.


Por no hablar de las múltiples aplicaciones que los seres humanos venimos realizando al copiar sus estructuras hexagonales. 


Por ejemplo en mallas de cuerda para porterías de fútbol, mallas metálicas de gallinero. Tornillos de cabeza hexagonal, interna o externa, capaces de resistir grandes fuerza y tensiones, en la industria del automóvil, en aviación o en maquinaria industrial. Cartones nido de abeja con múltiples aplicaciones.


O la imitación de estructuras propias de las abejas en arquitectura. Principalmente por Gaudí.


Las abejas siempre han acompañado al ser humano. Primero como “cazador recolector” de las colmenas silvestres y, posteriormente, como apicultor. Es decir como “cultivador” de abejas.


Por tanto es lógico que su influencia se vea reflejada y aprovechada en múltiples manifestaciones tanto industriales como creativas, religiosas o culturales.


Nunca se acaba de aprender de las abejas para la persona curiosa y respetuosa con la Naturaleza. 


Seguiremos hablando de las abejas en próximos artículos. 


Pedro Pérez Gomez

Apicultor y Apiterapeuta, con colmenas en Daganzo de Arriba (Madrid)

 pedroperez@curandote.com

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